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lunes, 27 de mayo de 2013

Dr. Carl Gustav Jung y AA


Carl Gustav Jung (26 de julio de 1875Kesswilcantón de TurgoviaSuiza - 6 de junio de 1961Küsnachtcantón de Zúrich, id.) fue un médico psiquiatrapsicólogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica, también llamada psicología de los complejos y psicología profunda.

ROWLAND H. 


La correspondencia de Bill W. con Carl Jung
Después de retirarse de la dirección de AA en 1961, Bill acometió una tarea que ya desde mucho tiempo había querido emprender - la de reconocer la deuda que AA tenía con aquellos que contribuían a su creación. Una de esas personas era el Dr. Carl Jung, a quien Bill dirigió una carta el 23 de enero de ]961.
Enero de 1963
Muy estimado Dr. Jung,
Hace mucho tiempo que debía haberle dirigido esta carta de agradecimiento profundo.
Para empezar, permítame que me presente. Me llamo Bill W., y soy uno de los cofundadores de la Sociedad de Alcohólicos Anónimos. Aunque ya habrá tenido usted algún conocimiento de nosotros, dudo que sepa que una conversación que usted tenía, a principios de la década de los años treinta, con un señor de nombre Rowland H., acabó desempeñando un papel decisivo en la fundación de nuestra Comunidad.

Aunque Rowland H. falleció hace ya muchos años, el relato de sus extraordinarias experiencias mientras estaba bajo su atención médica han pasado a ser parte de la historia de AA. Según recordamos, la narración de su experiencia puede resumirse así:

Alrededor del año 1931, al haber agotado todos sus demás recursos para recuperarse del alcoholismo, recurrió a usted como paciente. Creo que usted le atendió durante un año aproximadamente. Le tenía a usted una admiración sin límites y, al terminar el tratamiento, se sentía muy seguro de sí mismo.
Para su gran consternación, tardó muy poco en recaer en la embriaguez. Convencido de que usted era su "tribunal de última instancia", recurrió de nuevo a sus cuidados. Esa fue la ocasión en que tuvo lugar entre ustedes dos la conversación que llegaría a ser el primer eslabón de una cadena de acontecimientos que condujo a la fundación de Alcohólicos Anónimos.
Según puedo recordar, éste fue el relato que él hizo de esa conversación: Usted le dijo ante todo y con total sinceridad que, desde el punto de vista médico y siquiátrico, el suyo era una caso desahuciado. Esta franca y humilde declaración por parte de usted sirvió sin duda alguna como la piedra fundamental sobre la cual se ha venido construyendo nuestra Sociedad.

Por venir de usted, alguien a quien él tenía tanta admiración y en quien tenía tanta confianza, el impacto que le produjo fue tremendo.
Cuando él le preguntó entonces si tal vez hubiera otra esperanza, usted le replicó que podría haberla, pero solo si él se encontrara en condiciones de vivir una experiencia espiritual o religiosa - sea, experimentar una auténtica conversión. Le explicó que tal experiencia, si llegara a suceder, podría remotivarlo, aun cuando le fallaran todos los demás remedios. No obstante, usted le advirtió que estas experiencias, que a veces habían hecho posible que los alcohólicos se recuperaran, eran relativamente inusitadas. Le recomendó que se situara en un ambiente religioso y que fuera optimista. Creo que ésta era la esencia de su consejo.
Poco tiempo después, el Sr.Rowland H. se hizo miembro de los Grupos Oxford, un movimiento evangélico que en ese entonces estaba en el apogeo de su éxito en Europa, y con el cual usted ya se habrá familiarizado. Como usted sin duda recordará, estos grupos subrayaban enfáticamente los principios del autoanálisis, la confesión, y la reparación y la necesidad de dar de uno mismo sirviendo a otros. Insistían enérgicamente en el valor de la meditación y la oración. En ese ámbito, Rowland H. llegó a experimentar una conversión que por el momento le liberó de su obsesión por beber.

De regreso a Nueva York, empezó a participar diligentemente en las actividades de los "G.O." de esa ciudad, dirigidos en esa época por un ministro episcopaliano, el Dr. Samuel Shoemaker. El  Dr. Shoemaker, uno de los fundadores del movimiento, era un hombre con una personalidad muy fuerte que rezumaba una inmensa sinceridad y convicción.
Para esas fechas (1932-34) los Grupos Oxford ya habían desembriagado a cierto número de alcohólicos, y Rowland,  que creía que podía identificarse íntimamente con estos enfermos, se dedicaba a ayudar a otros más.
 Sucedió que uno de ellos, de nombre Edwin T. ("Ebby") era un antiguo compañero de clase mío. Se le había amenazado con ser recluido en un manicomio, pero el Sr.Rowland  H y otro ex-alcohólico, miembro del "G.O.", procuraron que se le liberara bajo palabra y le ayudaron a lograr su sobriedad.

Mientras tanto, yo había recorrido la carrera alcohólica y me veía también amenazado con reclusión. Afortunadamente, me estaba atendiendo un médico - el Dr. William D. Silkworth - que tenía una tremenda capacidad para comprender a los alcohólicos. No obstante, así como usted se había rendido ante el caso de Rowland H., así también el Dr. Silkworth se rindió ante el mío.


Bill W.  y  Edwin T. (Ebby)

 Según la teoría de mi doctor, el alcoholismo tiene dos componentes - una obsesión que le obliga al enfermo a beber, contra su propia voluntad y su propio interés, y una especie de dificultad metabólica, la cual en ese entonces él llamaba una alergia. La obsesión del alcohólico sirve para garantizar que el alcohólico siga bebiendo, y la alergia para garantizar que vaya deteriorándose hasta la locura o la muerte. Aunque él me contaba entre los pocos a quienes creía posible ayudar, a fin de cuentas, se vio obligado a decirme que era un caso desahuciado. Yo también tendría que ser confinado bajo llave. Para mi, esto fue un golpe tremendo. Así como usted había preparado a Rowland para su experiencia de conversión, también mi apreciado amigo, el Dr. Silkworth, me había preparado a mí.
Al enterarse de mi condición, mi amigo Edwin T. vino a visitarme a mi casa, donde me encontró bebiendo. Era el mes de noviembre de 1934, y ya hacía mucho tiempo que yo consideraba a mi amigo Edwin como un caso desahuciado. Sin embargo, allí lo vi frente a mí, gozando de una evidente "liberación" que no se podía atribuir simplemente a su mera y muy breve asociación con los Grupos Oxford. No obstante, este patente estado de liberación, tan diferente de su acostumbrada depresión, era muy convincente. Por su afinidad con mi sufrimiento, le era posible comunicarse conmigo en profundidad. Me di cuenta inmediatamente de que yo tendría que pasar por una experiencia parecida a la suya, que era para mí una cuestión de vida o muerte.
Volví a acudir al Dr. Silkworth para que él me desintoxicara nuevamente, y así pudiera formarme una idea más clara de la experiencia de liberación de mi amigo, y de la forma en que Roland H. le había abordado.
Nuevamente libre de alcohol, me encontré tremendamente deprimido. La causa parecía ser mi total incapacidad para adquirir un mínimo de fe. Edwin T. volvió a visitarme y me repitió otra vez las sencillas fórmulas de los Grupos Oxford. Al poco de marcharse, empecé a sentirme aun más deprimido. En total desesperación, clamé a no sé quién, "Si existe un Dios, ¡que se manifieste!" En ese momento me sobrevino una repentina iluminación de una envergadura y un impacto tremendos, una experiencia que, en años posteriores, traté de describir en el libro Alcohólicos Anónimos y, más tarde. en Alcohólicos Anónimos Llega a su Mayoría de Edad, textos básicos que le envío a usted adjuntos.
Mi liberación de la obsesión alcohólica fue inmediata. Supe en ese mismo instante que yo era un hombre libre.
Poco tiempo después de esta experiencia, mi amigo Edwin vino a visitarme al hospital y me regaló un ejemplar del libro de William James, Las Variedades de la Experiencia Religiosa. Al leerlo, llegué a saber que la mayoría de las experiencias de conversión, a pesar de lo diferentes que sean, tienen en común el profundo colapso del ego. El individuo se ve confrontado con un dilema imposible. En mi caso, el dilema fue ocasionado por mi forma obsesiva de beber, y la desesperación que yo sentía había sido intensificada por el dictamen de mi doctor. Se volvió aun más intensa cuando mi amigo alcohólico me dio a conocer su veredicto en el caso de Rowland H.
Como secuela de mi experiencia espiritual, me vino una visión de una sociedad de alcohólicos, en la que cada uno se identificara con otro y le transmitiera su experiencia - en forma de cadena. Cada alcohólico que comunicara al nuevo la noticia de que, desde el punto de vista científico, el alcoholismo era una enfermedad irremediablemente mortal, podría ponerle así en óptima condición para pasar por una experiencia espiritual transformadora. Este concepto resultó ser la base del éxito que Alcohólicos Anónimos haya tenido desde entonces. Ha hecho realizables, en plan casi universal, las experiencias de conversión - y en casi todas las formas señaladas por James. En los últimos veinticinco años, nuestras recuperaciones sostenidas han ascendido a unas 300,000. En la actualidad hay 8,000 grupos de AA en los Estados Unidos y por todas partes del mundo.  (datos de Enero de 1961)

Por lo tanto, nosotros los AA reconocemos la inmensa deuda que tenemos con usted, con el  Dr. Shoemaker de los Grupos Oxford, con William James, y con mi médico, el Dr. Silkworth, por las bendiciones que hemos conocido. Como usted puede ver ahora con perfecta claridad, esta asombrosa serie de acontecimientos encadenados tuvo su origen ya hace muchos años en su consultorio, y se derivan directamente de su propia humildad y de su profunda perspicacia.
Muchísimos miembros de AA se han dedicado al estudio de sus obras. Por la convicción que usted ha expresado de que el ser humano no se reduce a una mera mezcla de intelecto, emoción y algunas sustancias químicas con un valor de dos pesos, se ha granjeado su simpatía y afecto.
Los libros y folletos que le envío adjuntos le harán posible formarse una idea de la evolución de nuestra Sociedad, y de cómo hemos venido desarrollando nuestras Tradiciones de unidad y estructurando nuestras operaciones.
Además, le interesará saber que, aparte de la "experiencia espiritual," muchos miembros de AA dicen haber conocido una amplia variedad de fenómenos síquicos, de los que sus testimonios acumulados nos deparan una evidencia considerable. Otros miembros - después de haberse recuperado en AA - han sacado gran provecho de consultar con sicólogos junguianos. A unos cuantos les han fascinado el I Ching, y la magnífica introducción que usted compuso para este libro.
Tenga la seguridad, doctor, de que en nuestro afecto y en la historia de nuestra Comunidad, usted ocupa un lugar incomparable.
Me despido de Ud. con gratitud,
William G.W.
Cofundador

RESPUESTA DE JUNG A BILL

Muy apreciado Sr. W.
Me ha sido muy grato recibir su carta.
Después de su última visita, no volví a tener noticias de Rowland H. y a menudo me he preguntado qué le habría deparado el destino. Nuestra conversación, de la cual él hizo un relato bien exacto, tenía un aspecto que él desconocía. El motivo para no decírselo todo era que, en aquel entonces, yo tenía que expresarme con suma cautela. Me había dado cuenta de que - de toda manera imaginable - mis palabras eran mal comprendidas o interpretadas. Por lo tanto, al hablar con Rowland, tuve que andar con mucho cuidado; no obstante, las ideas que tenía en mente en ese momento de hecho las había desprendido de muchas experiencias con gente parecida a él.
Su ansia por el alcohol correspondía, en un nivel inferior, con la sed espiritual del ser humano por una unidad e integridad que, en términos medievales, se llamaba la unión con Dios.
¿Cómo se podría formular una percepción así en un lenguaje que no fuese mal comprendido en nuestra época?
La única forma legítima de conocer una experiencia de esta índole es sufrirla real y concretamente, y pueden sufrirla únicamente aquellos que andan por un camino que les lleva a una comprensión superior. Puede que lleguen a esta meta por un acto de gracia, o por medio de un contacto personal sincero con sus amigos, o por una formación superior de la mente, más allá del mero racionalismo. Al haber leído su carta, veo que Rowland H. ha elegido seguir el segundo camino, el cual, bajo las circunstancias, ha sido el mejor.
Estoy firmemente convencido de que el principio del mal que prevalece en este mundo llevará esta necesidad espiritual, si pasa sin ser reconocida, a la perdición, a no ser que esté contrarrestado por una auténtica intuición religiosa o por la muralla defensora de la comunidad humana. Un hombre común y corriente, sin la protección de una acción del cielo y aislado en la sociedad, no puede resistir la fuerza del mal que se llama muy apropiadamente el Diablo. Pero el uso de tales palabras puede provocar tantas equivocaciones que nuestro único remedio es evitarías lo más posible.
Estas son las razones por las que no me veía en la posibilidad de dar a Rowland H. una explicación completa y satisfactoria. Me arriesgo a hacerlo con usted porque su honrada y muy sincera carta me deja convencido de que la perspectiva que usted tiene sobre el alcoholismo se sitúa más allá de las engañosas perogrulladas que se suelen oír al respecto.
Al terminar, nos valdría considerar que alcohol en latín se dice "spiritus" y se usa la misma palabra para denominar la más sublime experiencia religiosa y el veneno más depravador. Por lo tanto, la fórmula útil será: spiritus contra spiritum.

Reiterándole mi gratitud por su muy amable carta, me repito de Ud.
afmo. y SS
C.G. Jung

                                                                                                  

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